LONDON, JACK
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" Buck había vivido hasta entonces en una bella mansión situada en el fértil valle de Santa Clara, lleno de luz e inundado de sol. Eran las posesiones del juez Miller. Estaba algo apartada del camino y medio ocultapor la espesa enramada de árboles frondosos, entre cuyos claros podía vislumbrarse la amplia galería que rodeaba al edificio por sus cuatro fachadas Buck reinaba como dueño y señor de tan extensos dominios, donde había nacido y donde había pasado los cuatro primeros años de su vida. Verdad es que muchos otros perros moraban por aquellos contornos, como no podía por menos de suceder; pero eran animales de tres al cuarto, que mal podían hacer sombra a Buck... No era perro doméstico ni de jauría. Todos aquellos dominios le pertenecían... Perrault solía caminar al frente de los perros, aplastando la nieve con sus patines para facilitarles la marcha. Francisco guiaba la lanza del trineo, y a veces, aun cuando no muy a menudo, cambiaba de sitio con Perrault. Este tenía prisa. Se jactaba de conocer bien el hielo, conocimiento indispensable, porque las recientes capas no eran todavía muy espesas y las aguas corrientes de los ríos se deslizaban aún libremente... El buen éxito de su primer robo demostró cumplidamente que Buck sabría sobrevivir en el hostil ambiente del Ártico."" Era prueba evidente de su adaptabilidad, de su aptitud para ajustarse a las condiciones mudables de la vida, sin lo cual hubiera sido inevitable su pronta y trágica muerte. Era prueba también de que su moral comenzaba a desmoronarse como inútil estorbo que era preciso abandonar en la inclemente lucha por la existencia. Bien estaba todo aquello para las risueñas tierras del sur, donde reinan el amor, la amistad y el compañerismo; pero en el norte, donde el palo es ley y argumento el mordisco, solo los imbéciles podían tomar en cuenta tales escrúpulos. Y Buck veía que los imbéciles no prosperaban en la vida El garrote del hombre de la zamarra roja le había enseñado el código de la ley primitiva. Civilizado, hubiera muerto... Matar o morir, devorar o ser devorado. Tal era la ley. Y Buck obedecía al imperioso mandato que resonaba en el fondo de su ser, como si surgiera de los abismos del tiempo."""