CANO BLANDÓN, RODOLFO
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El concepto de fronteras ha evolucionado en la historia de la humanidad. Se evidencian los primeros limites en los limes romanos de Augusto, Adriano y Antonino para separar los territorios romanos de los germánicos y de los demás. Las fronteras europeas tuvieron orígenes muy diferentes de las norteamericanas, igual que las antiguas colonias españolas.
Desde el fundamento normativo, las constituciones en Colombia no tuvieron un papel importante para las fronteras del país y siempre fueron relegadas a territorios lejanos, olvidados por el Estado, con poca inversión e infraestructura y con baja calidad de vida. Durante cerca de 180 años (1810-1991) las fronteras fueron territorios marginados. Así mismo, están pobladas en su mayoría por grupos étnicos: raizales, afrocolombianos e indígenas, lo cual las hace territorios particulares que requieren políticas diferentes.
A pesar de contar con tratados limítrofes con los países terrestres y marítimos, Colombia sigue sufriendo por no tener políticas de Estado de largo plazo y diferenciadas para estos territorios. Las intervenciones de los gobiernos nacionales han sido por eventos coyunturales, que no responden a una estrategia ni a políticas estructurales para los territorios fronterizos.
Se estima que Colombia, a lo largo de su vida republicana (1830-2019), ha perdido cerca del 50 % de su territorio terrestre. Las pérdidas más recientes fueron el 22 de noviembre de 1952 con la entrega de la soberanía de los cayos de Los Monjes a Venezuela y el 19 de noviembre de 2012 con el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que entregó cerca de 75.000 km2 de mar territorial a Nicaragua. Finalmente, y como se muestra en esta investigación, la institucionalidad para las fronteras es débil y requiere una revisión de su estructura.